Tengo actualizaciones pensadas sobre temas morales, el valor de la vida humana, sobre el aborto, sobre las células madre. Reflexiones que llevo tiempo haciendo y que quiero poner por escrito. Y así llegar a terminarlas, porque nunca acaban. Empezaron cuando, hace años, una amiga mía, de personalidad dulce y naive, defendía el aborto porque "esos bichos no son personas, son monstruitos". La retomé cuando mi hermano estudió derecho romano, en el que se estipulan las condiciones para que un ser fuese considerado humano en un mundo potencialmente habitado por monstruos, dioses, semidioses y demás parafernalia de origen helénico. Y pareció que llegué a una conclusión satisfactoria hasta que, hace poco, el peso de uno de los agujeros de mi argumentación, mi defensa moral de la eutanasia, fue suficiente como para llevarme a una segunda reflexión seria sobre el tema.
Tengo ganas de hacer una reflexión sobre cine, cultura, géneros y referentes generacionales a raíz de "Scott Pilgrim contra el mundo". Hablar de videojuegos, de Lady Gaga, de Zombis Party y Arma Fatal, de mi amor por los ocho bits, del capítulo del libro "Adaptación" que habla de la adaptación de videojuegos.
Tengo ganas de hacer reflexiones, de decir cosas interesantes, de escribir en el blog. De escribir algo más que sueños, me refiero.
Pero me siento atontado. Incapaz de escribir (y de hablar) usando las palabras correctas. Y no usar sonoridades parecidas, traducciones literales del inglés y demás deformaciones que plagan mi redacción actual.
Ni siquiera recuerdo lo que he soñado esta noche.
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