domingo, 21 de febrero de 2010

El efecto Dharma/Oceanic


(Este texto habría ido a mi blog de críticas, CritiCarlo, si no fuese porque el pobre está ya más muerto que Ramsés II)

Recientemente he sucumbido al fenómeno que los más guays (o los más piratillas) llaman "Lost" y los demás, "Perdidos". En a penas una semana y media he visto una temporada y media, lo cual indica que he dedicado TODO mi tiempo libre (y un poco del otro) a empaparme con esta interesante e intricada red de misterios y personajes. Estupentástico. Y como público, me encanta.

(Esta entrada contiene spoilers de la primera y la segunda temporada)

Después de ver el primer capítulo, también me pareció que me encanta como escritor: Está muy bien hilvanado y todo el mundo actúa de formas que les caracterizan al instante. Pero, claro, como alguien acostumbrado, aunque sea de forma dominguera e inexperta, a buscarle resortes a la ficción, veo algunos trucos de escritor. Me satisface comprobar que cuando yo escribía una ficción episódica, con inquietantes similitudes con Perdidos, tendía a usar algunos de forma instintiva. Mi estómago es un escritor con intuición. Pero hay uno que, llegado cierto punto, me ha llegado a irritar un poco: es lo que he bautizado como "Efecto Dharma/Oceanic". Lo describo.

Los personajes de la serie, al menos hasta donde la he visto yo, son básicamente náufragos aéreos: personajes que se han descolgado del cielo, literalmente, y han quedado atrapados en un cruce entre la isla de los monstruos y la base secreta de un villano bond. Y eso significa que tienen unos recursos materiales limitados. O recuperan hierrajos e historias varias de lo que queda del avión, o recolectan materiales varios de la isla. Y, como Bart Simpson y sus amigos, pronto descubren que lo de hacer consolas de videojuegos-cocotero y tener monos mayordomos no es fácil.
En un estado que se encuentra a medio camino de la "Cozy Catastrophe" de ficciones del estilo de "El día de los trífidos" y la civilización-picapiedra de "Robinson Crusoe", construyen cabañas y artefactos con palos, lianas, bambú, hojas, trozos de fuselaje y una aparentemente ilimitada provisión de cables arrancados del avión y grandes mamparas plásticas. Ay, las costuras. Escritores, escritores, estais forzando un poco la realidad que habeis creado. Por ahora, Jesús no habita entre los náufragos (aunque se dan apuntes a posibles figuras mesiánicas, así que me callo para no quedar en ridículo ante los fans experimentados), así que la multiplicación de los cables y los plásticos no entra dentro del universo que habeis creado.
Pero este no es el efecto Dharma/Oceanic. Somos espectadores permisivos, contentos con la chicha que nos proporciona la serie, y les perdonamos que tengan materiales para lo que sea. Pero ocurre que, a parte de plásticos y hierrajos, a veces los personajes requieren objetos más complejos, manufacturados incluso.
Aquí es dónde llega el efectito de marras. En la primera temporada, cualquier objeto más complejo que una esquirla metálica tiene que tener estampada, de forma obscenamente visible, el logo de Oceanic. Las botellas, los carritos, todo lo que uno quiera, tiene este extraño product placement de una marca inexistente.
Evidentemente, el problema es que "Lost" es una serie diseñada para el fan escrutador, para el descendiente espiritual del loco de Star Wars que se excita fantaseando sobre el proceso de manufactura de los vasos de la cantina de Mos Esley. El fan obsesivo-compulsivo que busca pistas y detalles en cada fotograma, en cada objeto, en cada gota de sudor que resbala por la nariz arqueada del valiente Jack. Este elemento altamente gratificante de búsqueda de pistas, que hace la serie mucho más divertida para el fan que la explora a ciegas, hacen que tengan que justificar la presencia de cada objeto, a veces incluso con explicaciones algo enrevesadas: Los cuchillos de Locke, las pistolas del poli, las botellas de Oceanic, los carritos, los trozos de avión de más de un palmo... Todo está explicado o según aspectos de la historia o con un sello de "Oceanic" que certifica que estaba en el avión.
Pero, incluso así, hay limitaciones: La clase de objetos que pueden entrar en un avión está restringida, tanto por lógica ("¿Quien viaja en avión con un test de embarazo?") como por las reglas de los vuelos comerciales (¿Cómo pudo el tipo subir tantas pistolas a bordo?).
La segunda temporada nos proporciona el verdadero cuerno de la abundancia. Dharma.
Una vez han entrado por la escotilla de la estación del cisne (o como lo llamen en castellano, debo admitir que veo la serie en inglés), los escritores ya tienen carta blanca para proporcionar a los personajes cualquier cosa que necesiten. Comida, duchas y afeitados, ropa, libros, cualquier cosa. Desde los cubos hasta los medicamentos, su presencia se justifica con el mágico sello octogonal de Dharma. Y se lleva al absurdo. Si para apagar un incendio los personajes necesitan botes para llevar el agua, ¿Realmente hace falta que estén marcados con el logo de Dharma? Es más, ¿Marcaría Dharma las papeleras, la comida, todo? (La comida es un caso curioso: en sus primeras apariciones, muchos de los alimentos son envases "corrientes" de marcas anticuadas con una pegatina de la estación del cisne. Luego pasan a ser de marca blanca "Dharma: estación cisne". ¡Casi casi como en los supermercados reales!)
La única justificación posible se puede encontrar en una posible distribución de material, comprado al por mayor, que se marca obsesivamente con los logos de cada estación para que los pipas transportistas no metan la pata mientras se monta el complejo científico-utópico secreto que, al menos hasta donde he visto, parece que es Dharma.
Siempre he sido un firme defensor del product placement no obsceno, en el que las marcas ayudan a crear una capa más de realidad... Pero primero Oceanic y después Dharma son el "Acme" de los escritores de Lost, y hasta cierto punto, creo que llega a distraer. Unos fans que, como locos, babean ante las "pistas" que hay en los libros que lee Sawyer y se emocionan cuando encuentran en wikipedia que "dharma" es un concepto religioso relacionado con la reencarnación, creo yo que son capaces de suponer que si Locke corre hacia la playa con un cubo, dispuesto a sacar agua, no se trata de un error/patillada de los autores sino que lo ha sacado de la estación del cisne... sin que haga falta que nos pinten el logo para que lo captemos. Los fans quisquillosos de una serie enrevesada como esta no creo que sean tan tontos.

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