jueves, 22 de julio de 2010

Cuando las canciones casi hablan de ti, pero no.

Es un lugar común, y también una verdad como un templo, que cuando uno se enamora "entiende las canciones". Evidentemente, esto se refiere a las canciones con sentimientos positivos, que claman el amor que siente un tipo por una tipa o cualquier combinación de estos posibles participantes. Desde cosas más sentidas o profundas a las simplemente más alegres, hay montonazos de canciones que celebran el amor.

Como la mayoría de amores son simples confusiones, el desamor es también un tema muy frecuente en el mundo musical. Las canciones que hablan de traiciones, distanciamientos, y dejes y rupturas en general son incontables...

Pero, así como cuando me he enamorado he abrazado con alegría las canciones de amor, cuando las cosas se han torcido me he visto sin posibilidad de encontrar canciones que expresen mi situación perpetua: La de relaciones que apuntaban bien pero que no llegaron a ocurrir. De algún modo, ¿Necesitaría canciones de sentimientos nostálgicos por relaciones nunca ocurridas? ¿Existen?

Aunque mi instinto me dice que no, mi experiencia dice que sí. De hecho, cuando hace unos años me enamoré de una muy buena amiga (relación que se estropeó bastante porque ella no tenía interés en nada más y yo, pese a querer conservar la amistad, no lo he superado del todo incluso ahora y me distancié) pensé que no había canciones que recogieran estas experiencias... Y, en cambio, al poco tiempo encontré que 'Seven Days in Sunny June', una canción de Jamiroquai que siempre me había gustado (y también el videoclip, que enseña una especie de vacaciones mega-ricas y de aspecto eterno) hablaba precisamente de eso: Un chico que está enamorado de una buena amiga suya y que, cuando se lo dice, es rechazado (esgrimiendo ella, en este caso, el hecho de que son amigos).



Pero... ¿Y qué ocurre con la otra parte de esta situación en la que me he encontrado varias veces? ¿La del coqueteo imaginado, la química ficticia y percibida solo de forma unilateral?
¿Y qué me ha llevado a reflexionar sobre esto ahora, teniendo en cuenta que he sido un pagafantas desde que hay fantas que pagar?

Pues, básicamente, que el otro día, en el gimnasio, viendo la Mtv Alemana, pusieron esta canción en el top 10 a las 10:



Me pareció que iba de eso. Uno se enamora, cree que todo va bien y, de pronto, descubre que no.
Parecido a lo anterior, pero sin rechazo por parte de la chica. Simplemente tu (cantante) te has montado la película y luego resulta que no.

PEEERO, al mirarme con más atención la letra, parece que le atribuye malicia a la chica. Ha jugado con el cantante, haciendole creer que tenía interés. Pese a que me hace pensar en otra cosa que me pasó hace un tiempo, no es lo que yo estoy buscando.

¿Dónde están las canciones en las que el cantante-protagonista se ha montado la película, se ha enamorado y al final ha descubierto que nada de nada pero sin malicia por parte de la chica, sin que la relación llegase al más mínimo estadio de ningún tipo y sin que se produjera efectivamente un rechazo?
¿Dónde está la canción que sí describe mi pagafantería tradicional?

Yo lo comprendo. Los cantantes han estado en más situaciones que yo, y cuando la relación ha sido real, la ruptura es más dolorosa y, supongo,las emociones más intensas, lo cual lleva a canciones más emotivas... Pero, tipos, ¡No me ignoreis! ¡Hacedme una canción!

Curial e Güelfa

Las sabias palabras del siglo XV, de autor anónimo, que abren la novela "Curial e Güelfa":

"¡O quant és gran lo perill, quantes són les sol·licituds e les congoixes a aquells qui es treballen en amor! Car, posat que alguns amats per la fortuna, aprés d'infinits infortunis, sien arribats al port per ells desijat, tants emperó son aquells que raonablement se'n dolen, que anvides pusc creure que entre mil desaventurats se'n tròpia un que hage amenada la sua causa a gloriosa fi. E si ab dret juí serà esguardat lo cas següent, jatsia que seran molts aquells qui diran que ells voldrien que així els prengués de les sues amors, emperò, sabent la certenitat de les penes de les quals aquella dolçor amarga és tota plena, e no havent certenitat de la fi si serà pròspera o adversa, se deurien molt guardar de metre's en aquest amorós ans dolorós camí."

lunes, 19 de julio de 2010

it's...

Es como un enano: pequeño y peludo, sí, pero fuerte, duro, ¡Y con un gran amor por la espeleología!

jueves, 8 de julio de 2010

El sonido en 'Marble Hornets'


Terror auditivo
El uso del sonido en la serie ‘Marble Hornets’
Carlo Gallucci


¿Qué es Marble Hornets? Una cuenta de Youtube. Una cuenta de Twitter. Un proyecto de película que condujo a un joven director amateur a la locura. El nombre que se utiliza para hablar de una serie de videos colgados periódicamente en Internet por un usuario misterioso. Un extraño caso paranormal.
Marble Hornets es una de las piezas más importantes en la articulación del mito de Slender Man, una estupenda muestra de la capacidad de las comunidades de Internet para crear contenidos originales. Slender Man, monstruo, fantasma come niños, duende acosador, es un ser inventado en Internet, cuya leyenda se ha gestado en línea y cuyos resultados se manifiestan en la red.

El ser digital

Slender Man nació en los foros de Somethingawful.com el 8 de junio de 2009, como parte de un hilo de edición de imágenes en Photoshop para crear falsos documentos de fenómenos paranormales, acompañados de una pequeña explicación realista que las contextualizase.
Pero pronto la atención de los participantes se centraría en el ser que aparecía en dos de las imágenes, del usuario Victor Surge, que mostraban a un extraño hombre de traje, extrema altura y delgadez, y lo que podrían ser tentáculos, en el fondo de fotos de grupos de niños desaparecidos misteriosamente.
Fue bautizado como Slender Man (hombre esbelto), y muchos de los participantes en el hilo dejaron de interesarse por hacer sus propias fotos paranormales y se volcaron en ampliar la historia con nuevos “documentos”, tanto escritos como visuales, cuyos aspectos se mezclarían, perfeccionarían o eliminarían, tanto en Something Awful como en otras páginas de Internet, para crear una especie de “canon” de este mito.

Finalmente aparecieron dos grandes narraciones (hasta entonces se habían hecho imágenes y pequeños textos, más sugerentes que completos) sobre Slender Man, ambas a medio camino entre la narración interactiva y el juego de rol, que explotan los mecanismos narrativos propios de Internet y que toman la forma de falsos documentos personales. Por un lado, Just another fool, en el que un hombre indaga, en forma de blog, sobre el descenso a la locura y la muerte de su hermano. Por el otro, la obra que nos interesa, Marble Hornets.

Youtube Lovecraftiano

El 20 de junio de 2009, 12 días después de la aparición de Slender Man en los foros de Something Awful, el usuario MarbleHornets colgó un video en Youtube. Se titulaba, simplemente, “Introduction”, y la descripción decía que “0”.
Pocos podían imaginar que, a partir este video críptico, en el que un narrador explicaba, exclusivamente a base de subtítulos, que había empezado a ver las cintas de video que un amigo suyo había abandonado años atrás, se desplegaría una larga historia de misterio y terror relacionada con el monstruo del que hemos estado hablando y que, en el momento de escribir este artículo, sigue todavía en marcha.

Heredera del estilo The Blair Witch Project, el personaje detrás de los videos de MarbleHornets, un tal “J” o “Jay”, empieza a investigar la ingente cantidad de cintas que su amigo Alex, con el que había estudiado cine, le había legado tras mucha insistencia por parte de J, puesto que la intención original había sido quemarlas.

Progresivamente, descubre cómo su amigo, al buscar localizaciones para grabar su proyecto de estudiantes (un film titulado Marble Hornets), se había internado en el territorio de Slender Man. Tras algún contacto fortuito, el joven cineasta empezó a investigarle activamente… pero hay conocimientos sobre horrores antinaturales que no están destinados a los humanos corrientes. Pronto, bajo el influjo de un furioso Slender Man, Alex empezaría a enfermar, sentirse acosado y a perder la cabeza y la memoria. Finalmente, para salvarse, lo abandonaría todo para intentar empezar una nueva vida en otro estado.

J, en su investigación de lo ocurrido a Alex, ha cometido el mismo error que éste. Slender Man empieza a manifestarse a su alrededor, su salud empieza a degradarse y, como a su amigo antes que él, la paranoia le lleva a grabarse en video durante las 24 horas del día. Pero, ¿Por qué razón? ¿Qué es lo que buscan los personajes al captarse en video? ¿Qué papel tiene el rodaje de imágenes en esta historia?

En la grabación está el éxito

Aquí radica una de las claves de este cruce entre webseries y juego de realidad alternativa, en el protagonismo de la grabación, como tema y como mecanismo. Los actores tienen un talento modesto, las localizaciones son simplemente adecuadas, los efectos especiales, primitivos… Los recursos del creador o creadores de Marble Hornets son muy limitados, pero le sacan todo el partido a lo que tienen gracias varios elementos relacionados con la grabación, de los que mencionaré tres, que refuerzan la atmósfera y la sugestión de peligro.

El primero, la cámara diegética. El estilo de la bruja de Blair, con esta narración en la que el campo de acción de la cámara está limitado al del propio operador, que ocupa un espacio físico determinado y forma parte de la diégesis, implica que el elemento sobrenatural está oculto en las imágenes. Al no presentársenos de forma privilegiada un punto de vista sobre el monstruo o la acción, el visionado se convierte en una especie de mezcla entre un juego de descifrar lo que vemos y un siniestro Dónde está Wally, muy parecidos a lo que hacen los propios personajes durante toda la obra.

El segundo elemento es el maltrato del video. Se trata de uno de los grandes aciertos de la serie, puesto que no suele mostrar al monstruo, pero el espectador siente su presencia continuamente porque la cercanía de Slender Man a un aparato de grabación produce una distorsión del video (en general, cuanto más acusada, más en la boca del lobo se encuentra el personaje) que es tanto siniestra por sí sola como en el contexto de la historia.
Genera terror y suspense, puesto que el espectador percibe a Slender Man, pero el personaje/operador de la cámara no la podrá conocer hasta que visione la cinta que en esos momentos está grabando. Sin tener que invertir en complejos efectos especiales, usando simplemente el programa de edición que se habría usado de todos modos para montar los videos, los cineastas consiguen que el monstruo esté siempre presente del modo más inquietante.
La distorsión también afecta al audio, que es una parte más del tercer elemento que Marble Hornets utiliza con gran efectividad, el que de verdad nos interesa en este artículo: El sonido.

El sonido del monstruo mudo

Slender Man ha habitado, desde su creación, la imagen fija y el texto escrito, por lo que es en Marble Hornets dónde se inventa la forma de relacionarlo con el sonido. Podría haber sido un simple elemento anecdótico, pudiendo inventarse alguna clase de leitmotiv musical, o de ruido característico para el personaje. Quizás una voz inquietante. Pero esta serie va más allá.

Para empezar a darse cuenta, sólo hace falta ver el capítulo 0, “introduction”.
Paisajes grabados desde un coche. Una narración escrita en la pantalla en vez de enunciada. Un ambiente sonoro neutro, parecido al que se oye en el interior de un automóvil que circula por la autopista. De vez en cuando, los textos sobreimpresos asumen su forma dominante a lo largo de la serie, la de intertextos sobre fondo negro y en completo silencio.
La posibilidad apuntada más arriba de tener un leitmotif musical queda completamente descartada: el estilo de esta ficción, que imita el documental y el material encontrado, hace que todo el sonido sea diegético. Esto se ve reforzado por la elección del narrador de no dirigirse al público “sonoramente”, sino a través de textos sobreimpresos en la imagen y, su forma más frecuente de comunicación, a través de intertextos completamente mudos. Todo el sonido de la serie es “real”, y no depende de ninguna clase de manipulación posterior.

Este elemento, que en este capítulo no parece tener ninguna importancia, es básico para el funcionamiento de la serie. Como se ha dicho anteriormente, la presencia de Slender Man (o de elementos afectados por sus poderes) causa algunas distorsiones en la grabación, en el video y en el audio. Desde mínimas degradaciones de la calidad hasta completas demoliciones del sonido de las voces, que se ven reducidas a grotescos gruñidos electrónicos e interferencias metálicas, la película prácticamente agrede al espectador, volviéndose desagradable y dificultando la interpretación de lo que capta la cámara de video en presencia del monstruo.
Y por ello es muy importante saber que nuestro narrador, por mucho que podamos desconfiar de su capacidad para reconstruir y contar lo que pasó con Alex y lo que le ocurre a él, intenta ser fiel a la realidad y no manipula el material para asustarnos y engañarnos. Su intención de documentar es sincera, y lo que le ocurre durante la serie es auténtico y lo convierte en víctima inocente del quídam misterioso alrededor del cual gira la historia.
Recuperando la idea del leitmotiv musical, imposible en esta ficción de inspiración Dogma, el efecto de estas distorsiones es tan o más eficaz que la música que acompaña la presencia del tiburón de Spielberg. Slender Man no tiene una canción temática, pero sí una especie de leitmotiv sonoro.

A medida que se siguen visionando los episodios, la verdadera magnitud de la importancia del sonido en esta serie se va haciendo cada vez más y más evidente. En el segundo episodio, nos niegan el sonido. La imagen en movimiento, sin sonido, siempre es inquietante, pero en este caso, todavía más. La cámara en manos de operadores que no están siempre atentos a estar grabando en condiciones los misterios que los rodean sirve para que, gran parte del tiempo, la imagen no muestre nada. Suelos, oscuridad, paredes… la acción pasa fuera de campo, donde el personaje que sujeta la cámara está mirando. El sonido es la única pista sobre lo que ocurre. Excepto cuando se deforma demasiado, cuando pasa a ser un chisporroteo eléctrico ininteligible. Es entonces cuando la imagen llega al rescate, aunque distorsionada, para crear una variante aún más siniestra de la imagen muda: la imagen con sonidos grotescos que, de distorsionados, no parecen provenir de lo que se ve. La imagen inquietante envuelta en un paquete sonoro que asusta. Y, si no fuese por este último elemento, esta ficción depende tanto del sonido que no sería difícil imaginarla funcionando adecuadamente como una radionovela, quizás basada en un audiodiario, o el producto de algún otro aparato de grabación de sonido portátil personal.

Cimientos sonoros
En el video cero, nos presentan los intertextos. En el uno, el silencio forzado. En el dos, el “videodiario”. En el tres, el sonido diegético, “vacío” de contenidos, como fuente de suspense. Y en el cinco, después de otro video en silencio, las distorsiones pavorosas. Un goteo de herramientas sonoras que nos mete poco a poco en el mundo de Slender Man, acrecentando nuestra sed de respuestas y nuestra inquietud. Y lo hace, básicamente, con el sonido. Poco a poco, a partir de ese momento, los recursos parecen mezclarse de formas distintas. Quizás en un video tenemos sonido diegético “vacío” que, de pronto, se llena de sentido cuando se distorsiona: el monstruo está cerca mientras los personajes se dedican a hacer nada, despreocupados. O quizás hablan a cámara, en forma de videoblog, hasta que de pronto en sonido se interrumpe. O el diálogo oculto por la distorsión pasa a ser comprensible de nuevo, y los espectadores respiramos tranquilos.

En todo caso, Marble Hornets es una obra basada en el sonido. Sus autores han tomado un exitoso elemento de la cultura de Internet, han asumido sus reglas básicas, y lo han hecho crecer no solo con un buen argumento, sino con unas elevadísimas y muy acertadas dosis de creatividad en la realización y, sobre todo, el uso del sonido como medio narrativo, como base de la historia, como recurso de creación de un mundo y como forma de llenar de terror a los espectadores, contando con actores mediocres y con unos medios para crear efectos especiales que harían reír durante días a cualquier ejecutivo de Hollywood… hasta que viese el resultado. O, aún mejor, cuando lo oyese.