miércoles, 28 de octubre de 2009

¡Por fin!

Mi amor extremo por la comida me impidió volverme anoréxico.
Nadie me ha dado la oportunidad de provocar un embarazo no deseado o de infectarme con Sida.
Parece ser que no me vi afectado por todo el asunto de las "vacas locas".
Mi completa falta de trato con el sector plumífero de la sociedad me salvó de la gripe aviar...

...¡Creo que ya era hora de que cogiese alguna enfermedad mediática!

Gracias, gripe A.

viernes, 23 de octubre de 2009

Fuente: IMDB

"Philip K. Dick first came up with the idea for his novel 'Do Androids Dream of Electric Sheep?' in 1962, when researching 'The Man in the High Castle'. Dick had been granted access to archived World War II Gestapo documents in the University of California at Berkley, and had come across diaries written by S.S. men stationed in Poland, which he found almost unreadable in their casual cruelty and lack of human empathy. One sentence in particular troubled him: "We are kept awake at night by the cries of starving children." Dick was so horrified by this sentence that he reasoned there was obviously something wrong with the man who wrote it. This led him to hypothesize that Nazism in general was a defective group mind, a mind so emotionally flawed that the word human could not be applied to them; their lack of empathy was so pronounced that Dick reasoned they couldn't be referred to as human beings, even though their outward appearance seemed to indicate that they were human. The novel sprang from this."

jueves, 22 de octubre de 2009

Esperanzas virtuales

Cada vez que el facebook me dice que además de alguna "solicitud de amistad" o de "farmville" tengo "una solicitud de otro tipo", pulso el link esperanzado. Pero nada de nada.

martes, 20 de octubre de 2009

Entrevista con el quidam.

Me froto los ojos, intentando esconder un bostezo. Es muy tarde para mí, hombre de sueño exigente, pero no había otra manera. Y esta entrevista puede ser crucial, la que me elevase de la categoría de simple plumilla de diario local a respetado periodista internacional.
Sentado en la butaca, está mi amigo. Quisiera hacerle una fotografía, pues su aspecto es interesante, con la piel relativamente pálida sobre el cuero oscuro, ojeando una de las revistas que tenía sobre la mesilla auxiliar. Pero, claro, no serviría de nada, la fotografía aparecería vacía. Mi amigo es un vampiro.
Maldigo interiormente a Anne Rice por haber hecho famosa una novela con el título "Entrevista con el vampiro". Hubiese sido un título perfecto para esta pieza, o incluso para un posible libro, pero claro... Ya no podía utilizarlo.
Si al menos el vampiro se llamase de otro modo, podría haber usado su nombre como título. Pero "Severino" no es ni exótico ni romántico, y no evoca más que casposos bigotillos franquistas o ancianos decrépitos y marchitos.
Y ese no es precisamente el aspecto de Severino. Es muy delgado, y ahora viste su sencillo traje a cuadros, propio de un profesor poco estiloso o un oficinista que viste de saldos. Lo cual es lógico, pues antes de ser vampiro, había sido profesor de primaria en un pequeño pueblo de interior.
Me siento en el sofá que hace ángulo con la butaca y sorbo algo de café, caliente y humeante.
-Mmh, huele bien. -Dice Severino, apartando la revista. -A veces me pregunto por qué no harán perfumes con el aroma del café recién hecho.
Le sonrío mientras pongo una grabadora sobre la mesilla. La verdad es que odio hacer las entrevistas con grabadora, pero en este caso el testimonio sonoro podría ser interesante para vender la historia. Desde luego, si grabar con una cámara a Severino fuese posible, lo habría preferido. Pero en fin. Lo que no haré será renunciar a tomar notas en una de mis fieles libretas.
-Te agradezco de nuevo que accedieras a hacer esta entrevista, Severino.
-¡No es nada, Carlos! Además, sabes que agradezco la compañía... durante el fin de semana, todo bien, pero entre semana todo el mundo tiene que dormir. Y como ni siquiera puedo quedar para ir a cenar con nadie, pues acabo viendo la película de turno en el plus.
-Hombre, la verdad es que si he conocido a un cinéfilo, ese eres tú.
-Bueno, pero al final uno se cansa de ver una película cada noche... Y, además, el problema del plus es que tengo que pegar cinta aislante en la esquina de la pantalla.
-¿Cómo? ¿Eso por qué?
-¡Para tapar el logo! ¿No ves que es una cruz? Y si pongo la tele un minuto antes de la película, o uno después, los anuncios con el logo de las narices me pegan unos sustos...
Un vampiro que se asusta de la televisión. Vaya forma de empezar la entrevista. Lo que de verdad me interesa es conseguir alguna culebronada a lo Crepúsculo, o un relato de refinado terror como el de Drácula... O quizás una trágica historia de origen. Sí. Por eso es por lo que le voy a preguntar ahora.
Severino sonríe de nuevo, y fija los iris rosados, casi blancos, en la ventana y en el pasado. Lo observo mientras recuerda. Tiene el cuerpo blanco y chupado, como un guante de látex que se ha hinchado y deshinchado demasiadas veces, pero el blanco absoluto de su piel lo interrumpe un completísimo mapa del sistema circulatorio humano, profundamente granate, que casi se diría que se puede ver estremecerse con el paso de la sangre densa y oscura. Después de unos instantes, vuelve a fijar la vista en mi.
-Todo esto pasó hace ya muchos años... Yo ya era un anciano profesor de primaria, allá, en el pueblo. Don Severino, estricto pero benévolo, respetado por todos, querido por muchos... tenía una buena vida, sí señor. Pero, claro, entonces pasó lo de Cris.
-¿Cris? ¿Quién fue? ¿Un romance perdido? ¿Quizás una amada, víctima de un malvado vampiro del que solo se podía vengar abrazando su pervertida naturaleza?
-¿Qué? No, no, nada de eso. Cris es el diminutivo de Cristóbal Moreno. Había sido alumno mío en el colegio, pero justo cuando empezaba el curso dejó de asistir a clase.
-¿Murió?
-No, no. Sus padres me mandaron una nota diciendo que ya no asistiría más.
Suspiro. ¿Notas de papá y mamá? Este relato tiene interés para un historiador, quizás, que se centre en los vampiros. ¿Pero eso qué valor periodístico tiene? Sin percatarse de que he dejado de tomar notas, Severino prosigue su relato.
-Y Resulta que una noche, cuando el curso ya se había acabado, la familia Moreno me invitó a cenar. Yo había conocido sobretodo al señor Moreno, pero ya hacía varios años que había muerto. Fue su sucesor, quien se había casado hacía poco con la viuda Moreno, quien me transformó en vampiro.
Rápidamente, hago una extraña línea ondulante que intenta resumir lo que me acababan de contar.
-¡¿Así pues, el vampiro había matado al señor Moreno para quedarse con su señora?!
-¡Oh, no, qué disparate! -Severino rió con su característica voz andrógina.- La señora Moreno conoció a Bartolomeo, pues así se llamaba el vampiro, una noche cuando oyó un ruido fuera de la casa. El pobre, estaba corriendo por los tejados cuando tuvo la mala suerte de fijarse en que los cruces de las calles tenían, precisamente, forma de cruz. El susto le hizo desmayarse y caer justo delante de la puerta de los Moreno.
He vuelto a dejar de tomar apuntes.
-Todo esto y algo más fue lo que me contaron esa noche... ¡Fue bastante sorprendente!
-¿Mmh?
-¡Todos en la familia se habían vuelto vampiros!
-¡Oh! ¿La invitación a "cenar" fue, por lo tanto, una excusa para alimentarse de ti?
-¡Dios mío, no! Como los vampiros no necesitan comida (más que la consabida sangre), calefacción, agua, ni prácticamente nada, los Moreno habían decidido ser todos vampiros. Pero eso significaba que el pequeño Cristóbal no podía ir al colegio. Por eso, me pidieron si podía hacerle clases particulares.
-Ah.
-Y, bueno, un tiempo después de empezar con las clases, Cris me dijo que si no me gustaría ser un vampiro. Y cómo estaba ya muy anciano, los achaques me hacían el día a día cada vez más dificil y, en realidad, estaba a punto de jubilarme, me dije ¡Qué demonios! Y así, después de consultarlo con sus padres, me transformaron en vampiro.
¡No te puedes imaginar qué sensación de purificación que siente uno al vampirizarse!
Vuelvo a estar alerta. Lo que me ha contado hasta ahora es terriblemente aburrido para mis lectores. Pero ahora ya podía ver el titular. "Ser vampiro te purifica el alma". A la gente siempre le ha gustado maravillarse ante la parte positiva del vampirismo, regocijarse ante la simple imaginación de la posibilidad de ser un vampiro aunque nunca pudiesen llegar a atreverse a dar el paso a serlo aunque hubiesen conocido a uno.
-¿Purificación? -le digo- ¿Dirías que ser vampiro te purificó el alma?
-¿El alma? No, no, no me refería a eso.
-¿No?
-No, en realidad es... es como... como una enorme purga.
-Una... purga...
"Ser vampiro es como una enorme purga" no es tan buen titular.
-Sí, sí. De pronto, todos los contenidos de tu cuerpo, todos los líquidos, los jugos gástricos, los excrementos, el sudor, la propia sangre... todo se expulsa. Hay que admitir que es todo un poco asqueroso. Pero una vez uno está vacío y bebe la primera sangre de su no-vida, uno se siente limpio, como una máquina impoluta perfectamente engrasada por la sangre ajena, procesada y purificada para ser una perfecta gasolina que te hace funcionar sin la más mínima mácula.
-Uhm. Ya veo. -tengo que cambiar de tema, a algo con más chicha- ¿Y el hecho de chupar la sangre a la gente no te carga la conciencia?
-¡Oh, nada de eso! Hay gente que cede su sangre a los vampiros a cambio de favores.
-¿Qu...?
-Son pocos, y a ellos les conviene mantener el secreto, pero a cambio de que les hagamos arreglos en casa, les hagamos traslados, nos encarguemos de las plagas o cosas similares, nos dejan mordeles un poco y tomar la sangre que necesitemos.
-Yo... Oye, Severino... Estoy muy cansado, quizás sea mejor que vuelvas a casa y lo dejemos para otra noche. Lo siento, pero esto de no dormir...
-Lo entiendo, no te preocupes, Carlos. Ya seguiremos otro día.
Se despide, amable. Se pone el abrigo, me pide permiso para llevarse la revista que había estado hojeando y le digo que sí, que se la regalo.
-Nos vemos el jueves que viene para la película semanal con Fernando, ¿Eh? -dice al despedirse.
Cierro la puerta, hastiado. Quizás, para el suplemento, en vez de esta entrevista escriba un reportaje sobre esos perritos que bailan en la Rambla...
Al menos será un tema más emocionante.

lunes, 19 de octubre de 2009

Defendiendo al amigo

Las brumas del alcohol y el tabaco humeante. El estupor de la bebida. Las masas de desconocidos. Los olores desagradables. Siempre describo la noche con las mismas palabras.
Pero el caso es que estabamos en un famoso bar, con sus sillas, sobadas anteriormente por cientos de culos borrachos, sus mesas, andrajosas y pegadizas, bebiendo de los pequeños vasos idénticos los licores servidos de jarras iguales, todo manoseado y rechupeteado por generaciones de individuos alcoholizados.
Pero, eh, ¡Que me gusta ir ahí con los amigos! Al menos con los amigos con los que me gusta emborracharme.
En fin, que estabamos en el bar de marras, pero no como íbamos a veces con los colegas. Esta vez era por un cumpleaños. El de la novia de mi amigo.
Ya hacía un rato que habíamos estado bebiendo y jugando a uno de esos absurdos rituales que mediatizan la consumición de alcohol y crean una dinámica social mucho menos aparentemente deprimente que el simple beber en compañía. Una chorrada. ¿Que me divertía, eh? Pero llevabamos ya lo suficiente como para que el alcohol y el cansancio ya de hacer el primo hicieran que los contertulios beodos empezasen a deambular por ahí. Cambios de sitio, meadas urgentes, salidas a tomar el aire...
Los tiparracos que se apresuraban por la taberna apestosa eran, en su mayoría, amigos de la novia de mi amigo y del amigo en cuestión, pero no amigos míos.
Y entonces esta amiga mia, novia de mi amigo, que hasta ahora había estado sentada entre él y yo, se levantó y se dirigió con pasos temblorosos a sentarse junto a uno de sus amigos. Un tipo vulgar, barbudo como todos los amigos de ella (y del novio), relativamente rollizo. ¿Un buen tío, eh? Bromeaban, reían, y en algún momento, ella le abrazó.
Las alertas se dispararon. No podía evitar sentir una especie de agresividad contra el tipo. ¡Esa era la novia de mi amigo!
Me pasa, cuando bebo.
Pero la fiesta en cuestión siguió con tranquilidad, y quizás tras una hora de tragar mezclas afeminadas de espirituosos flojos, la amiga se había sentado al lado de otro de los tipos. Barbudo, siguiendo la desaseada tradición, con la cabeza rapada en un intento de ocultar su ridícula calvicie.
Con su, ja ja, increíble ingenio, soltaba la lascivia empaquetada en pequeñas píldoras de humor. Cojonudo el tío, no me malinterpreteis. Pero el caso es que tuvo suerte de que no pudiese levantarme de la trompa de mamut que llevaba a cuestas, porque ¿Qué coño se creía que hacía? ¡Esa era la novia de mi amigo!
Pero el tipejo en cuestión sonreía también ante las bromas...
Ya no veía de qué cantidad era el billete que acababa de poner sobre la mesa para pagar la ultima jarra cuando ella volvió a sentarse entre su novio y yo mismo.
Las conexiones de mi maltrecho cerebro luchaban para ver algo entre la espesa oscuridad del sitio, con su música mal calibrada y las paredes excéntricamente decoradas. Una cabeza de animal por allí. Un antiguo anuncio de supositorios por allá. Una serie de discos que nadie conocía, colgados siguiendo alguna lógica insondable. Una horterada, en resumen.
La amiga paga la otra mitad de la jarra. Compartimos el brebaje y le digo algo, el alcohol ya me ha hecho olvidar el qué, ingenioso aunque algo picante. Se ríe y me abraza, cariñosa. Mientras tanto, mi amigo se ríe.
Mierda.
Llevo... dos años haciendo lo mismo que los barbudos. Pero soy un tío estupendo, ¿Eh?

jueves, 15 de octubre de 2009

Critica

-¡Solo piensas en sexo! ¿Pero es que todo lo que escribes tiene que ver con chicas?
-No, no, qué va. También soy zoofílico.

martes, 13 de octubre de 2009

Thearcoski

-¡Me encanta jugar a los bolos!
-Y a mi... incluso aunque tenga los músculos de los brazos tan débiles que luego me duelan unos días. ¡Incluso me había planteado empezar a jugar regularmente!
-¿Y por qué no lo hiciste?
-Afectaba demasiado a mi vida sexual.

domingo, 11 de octubre de 2009

Robado de internet




" I just googled the name of a girl I like, because, as she is a friend of a friend, I almost know nothing about her. (I know she studies biology and is now in Switzerland doing an intership for an important biotecnology firm).
I hoped to find some kind of general info, maybe a blog or a fotolog, I don't know...

But I ended up knowing her results in the exam everybody in Spain has to take before being able to access university.


AND THOSE RESULTS ARE SUPPOSED TO BE PRIVATE.


I was just terrified to think what would happen if, the next time I meet her, I decide to talk to her for the first time (I've seen her twice or such and I'm shy...). Because I'll meet her at a party. And this means I'll be drunk.

"Hey, baby, how was that internship in Switzerland?"
"How do you know that?"

"*mutual friend* told me... And I'm not surprised they gave this possibility to you!"

"Why do you say that?"

"Well, you Selectividad exams results were really high..."
"O_o ... I think I'm going to go home now." "

sábado, 3 de octubre de 2009

Curricula

-Pues, Helena, después de pasarme la semana haciendo ver que soy un turista en este pueblo que te digo, el más pequeño de España, agarraría todas las fotos que hice, las imprimiría a muy muy pequeña escala y haría un álbum diminuto, que donaría al museo local.
-¡Me encanta la idea! ¡Eres muy creativo, Andrés!
-Claro que para pasarme tres meses en un pueblo perdido haciendo fotos y haciendome el alemán, pediría una ayuda a la Generalitat. De esas para artistas, ya sabes.
-Sí, mi novio pidió una para su última exposición de serigrafias.
-Aunque, claro, él tiene un currículum como artista que permite que reciba ayudas gubernamentales... Él sí que podría conseguirla para mi "proyecto turista", pero yo, sin credenciales...
-Eso es verdad, es más facil si tienes un currículum artístico como el de mi novio.
-¡Qué envidia me da! ¡Él puede hacerte tantas cosas que yo querría hacer!
-¿Qué has dicho?
-¡Digo que qué envidia! Que como artista puede hacer tantas cosas que yo querría hacer...

jueves, 1 de octubre de 2009

Noche estrellada.

El calor que desprendía el cuerpo rollizo de Diego solía ser una molestia cuando se sentaba tan cerca, pero en el frío del mirador del Tibidabo en el que nos encontrabamos, resultaba relativamente agradable. Delante, sujetando el móvil con el altavoz encendido, estaba Leopoldo, bajito y tosco, para que pudiésemos escuchar la conversación. Y más allá, a través de las ondas telefónicas, nuestro viejo amigo Pau.
Normalmente, los cuatro ibamos las noches de los viernes al Tibidabo, a los varios miradores, buscando alguno no demasiado concurrido. Era entonces cuando Leopoldo lamentaba su reciente ruptura con su novia, a la que había dejado por infiel. Y cuando Diego, sentado demasiado cerca, insultaba a las mujeres con su particular mezcla de vulgaridad y resentimiento acumulado: su novia lo había dejado, por razones nunca conocidas, hacía ya cuatro años, cuando todavía era delgado y se vestía con camisetas de grupos de música alternativos.
El resto de la tropa éramos yo, largo y delgado, de miembros huesudos y cabeza enorme y pelada, incapaz de establecer una relación normal con la mayoría de seres humanos y, especialmente, con una mujer, y Pau, de aspecto poco notable excepto por el pelo extremamente rizado y con tan poca experiencia con el sexo femenino como yo, pese a su mucho menor dificultad para relacionarse con las damas.
Y eran precisamente estos dos últimos elementos los que nos habían reunido esa noche en el Tibidabo alrededor de un teléfono. Pau había ido a cenar a casa de una "amiga", que como ninguno de los tres sabía recordar como se llamaba, había recibido el mote de "La del e-mail".
Mote derivado, y todo acaba relacionándose, con el hecho de que, tras una fiesta, le mandó a Pau un e-mail diciendole que le parecía "mono". Por ello le había invitado a cenar a su casa. Y por eso estábamos los tres escuchando atentamente los tonos del teléfono de Pau.

Por fin contestó. Nervioso, como siempre que hablaba por teléfono, con un tono de voz mínimamente ahogado.
-¡Buenas! -Exclamó Leopoldo con su voz grave y ronca- ¿Cómo te va, tío?
Pau, telfóbico, respondió que bien.
Estábamos emocionados por él, pero yo, en mi costumbre de intentar quitarle importancia a cosas que puedan tenerla, pregunté por lo único que a nadie le interesaba.
-¿Bueno, Pau, y qué te ha dado de cenar?
Pau empezó a pronunciar una respuesta (mac...) cuando, en uno de sus tradicionales exabruptos, Diego escupió con voz de hincha en el campo -¡CARNE EN BARRA!
-¡Diegoooooo! -nos quejamos Leo y yo, al unísono mientras el aludido se reía a voz de grito mesándose la larga barba desordenada que le nacía en el cuello y se le desparramaba por el pecho.
Iba a decirle a Pau que siguiese hablando cuando, a través del pequeño altavoz, lo oí.
-yo no... pero ella sí.
En ese momento no supe qué decir. Los demás estallaron en vítores masculinos de los que se usan para decir "Machoteee" o "Mostruooo". Pero un peso, que hasta entonces no sabía que pendía sobre mi, se desplomó y me aplastó las entrañas.

Seguí escuchando el relato susurrado de Pau siendo el único miembro del cuarteto que no había tenido nunca nada con una chica.