domingo, 27 de febrero de 2011

Frenadol




"*Achís* *tos, tos, tos*"
"Uy, ¿Te has resfriado?"
"Parece que sí"
El hombre del anuncio, mirando hacia la pantalla, habla con su pareja. El resfriado no es problema, se tomará un Frenadol, y listo.
Más allá de la pantalla, en el salón en penumbra, el chico suelta, entre dientes, un solo "je". La chica le oye, pese a lo ténue que ha sido el sonido: tiene la cabeza apoyada en el hombro del chico. La mano de ella, que había reposado sobre la de él, se desliza un poco, para acompañar sus palabras. Una caricia, la versión íntima de tocarle a alguien en el hombro con un dedo para llamar su atención. Con la mirada todavía en la pantalla, pregunta.
"¿Qué te hace gracia?"
"Nada, una chorrada." Él tampoco la mira a ella, y tras un instante de pausa, prosigue. "Es por los actores de doblaje. Él tiene la voz de Ángel y ella la de Buffy".
Ella sonríe también.
"¡Es verdad! No había reconocido a Ángel."
"Je, no me extraña... ¡Con lo bien que te cae!"
Sonríen. Vuelven a mirar la televisión, en silencio.
"¿Esto del Frenadol será verdad?"
"¿El qué?" pregunta él.
"Que sea tan efectivo. Porque..."
Él la interrumpe, riendo. "El odio que le tienes a Ángel es realmente patológico, ¿Eh? ¡Hasta desconfías de un anuncio con su voz!
Ambos ríen de esta broma privada.
"En todo caso, yo no me fiaría." Acaba ella, arqueando un poco la espalda con gesto perezoso. "Que te digan que es verdad no tiene por qué significar que lo sea."
Está medio tumbada el el sofá, con una pierna expuesta y la otra cubierta. Se estemece por una ligera corriente de aire frío, y la oculta. Suspira sin darse cuenta, de relajación, atenta a la televisión.
Él vuelve su mirada hacia ella. La mira.
"¿Qué?" pregunta ella tras unos instantes.
"Nada, que me alegro"
"¿Te alegras? ¿De qué?"
"De esto. Del sofá, de nosotros... De tu mejilla sobre mi hombro, de respirar y sentir el olor de tu pelo. De todo en general. De que sea verdad."

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