martes, 3 de agosto de 2010

Hay una marca incrustada en mi cerebro




Todos conocemos a este chaval, que nos da la paliza en los anuncios de Coca-cola diciendo que ha eliminado las curvas de la botella, "que no servían para nada", y así le cabe más bebida por unidad. Se sube a la mesa, se acerca demasiado a la cámara, habla con su madre y nos enseña un dibujo con las archiconocidas curvas de la botella de Coca-cola.

Vivir con niños pequeños tiene, como mínimo, una cosa estupenda: una mirada mucho menos contaminada. O, lo que es lo mismo, un cerebro mucho menos amueblado. Mi hermana Núria ha convivido toda su vida con la Coca-cola, no es ningún secreto que consumo tanta que hasta mi salud se resiente, y ya de pequeña aprendió, por ejemplo, la codificación de colores que articulan y combinan las distintas variedades. Rojo=normal. Plateado=Light. Negro=Zero. Dorado (y esta es la que le interesaba a ella)=Sin cafeína.

Estábamos comiendo juntos, viendo la televisión y regando el pollo rebozado con vasos de la versión de la coca-cola que incluye lo que yo quiero y lo que ella quiere. Dorado y plateado. Light sin cafeína. Esta variedad no se ha visto beneficiada por la nueva botella extra-large, o al menos en el Caprabo todavía ponían de la otra, así que cuando pasaron el anuncio en el que el adolescente "vicepresidente" explicaba a golpe de dibujo que había eliminado las curvas, Núria pudo echarle una ojeada a la botella original.
"Carlo, esta botella no tiene las mismas curvas que la del dibujo".

La frase cayó en mi cerebro como una piedra enorme. Era verdad. La botella vieja, pese a ser más estilizada que los nuevos bidones, no tenía las curvas que mostraba el anuncio. Las botellas que las tienen son las pequeñas, de cristal, las clásicas, las que Coca-Cola ha implantado como icono en nuestro cerebro. Tenía la botella delante y era incapaz de ver que no correspondía con el dibujo del anuncio, estaba atrapado en una ilusión mediática y sólo la mirada poco condicionada de mi hermana de 7 años me pudo arrancar de ese simulacro para llevarme a la realidad. Que es, curiosamente, con lo que juega la campaña: Coca-cola decidió decirnos que "este nuevo vicepresidente de mirada desacomplejada debido a su juventud ha sacrificado las curvas de la imagen de la marca, que en realidad no sirven para nada, en beneficio del consumidor y siguiendo el sentido común" en vez de decir que "Coca-cola ha adoptado una nueva botella fea pero con más capacidad, no compreis Pepsi a un euro"
Y el plan les hubiese salido bien, y jamás me habría enterado, si no fuese porque mi hermanita le leva nueve años de ventaja al vice-adolescente.

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